Plaza Chica de Zafra
Una idea fundamental desde que comencé a escribir el libro, era que la historia debía discurrir en un pueblo. La literatura española de los últimos años parece haber dado completamente de lado a las pequeñas localizaciones. La verdad es que España es mucho más que eso. Está cuajada de pueblos con mas o menos habitantes y de una forma u otra la mayoría de nosotros somos descendientes de personas que los abandonaron y muchos otros todavía residen allí.
Aunque en el pueblo se producen una serie de crímenes, quiero desterrar del todo esa sensación de “España profunda” que suele transmitirse por los medios cuando hablan de crímenes acaecidos en los pueblos y que me parecen poco respetuoso con sus habitantes. En las ciudades suceden cosas terribles y en Azaría también. Una novela asesinatos e intriga, donde esa seguridad que parece avalar la convivencia en núcleos urbanos pequeños se desmoronada pero sin recurrir al tópico fácil.
Recuperar al pueblo como un personaje más, que tuviera entidad propia, que fuera atractivo para los lectores y pudieran, de alguna forma, reconocerse en él. En este sentido, creo que he obtenido una pequeña victoria, porque son muchos los que se han acercado diciendo lo que Azaría les recuerda a sus pueblos, aunque estos no sean extremeños, ni rayanos, ni se pase tanto calor. Sin embargo, el ambiente sí coincide con las vivencias o recuerdos que atesoran estas personas. Eso me hace feliz.
Otro asunto que me interesaba explorar era la posibilidad de causar miedo a plena luz del día, que de una forma la luz del día se equiparase a la noche más oscura y consiguiera cegar igual. No sé si lo he conseguido, pero desde luego mi intención era causar desasosiego en ambientes normalmente acogedores. Y es que muchos sabéis que la hora de la siesta provoca que haya tan poca gente en las calles como puede haber a las cuatro de la madrugada, la sensación del sol cayendo, del calor trae consigo un aislamiento en las casas, que todos recordamos. A nadie del centro o sur de España se le ocurre salir a la calle (salvo caso de urgente necesidad) a la hora de la siesta. Cuando el calor aprieta, es como si lo hiciera una gran tormenta cargada de agua. Nadie se atreve a salir, nadie abandona la seguridad del hogar.
Azaría es un pueblo hecho de retazos de lugares que me han llamado la atención por uno u otro motivo y que espero que os gusten a los que leéis. Hay pedacitos de Badajoz, Olivenza, Oliva de la Frontera, Jerez de los Caballeros, Llerena, Zafra, Vejer de la Frontera (que está en Cádiz lo sé), Llerena… y no digo más porque siempre voy a quedarme corta.
Burro por el Arquillo del pan.
Hemos sido muchos los que hemos emigrado de los pueblos a la ciudad y esa emigración no sólo ha sido física, también emocional. Con Azaría trato de volver allí, a aquellas calles que un día fueron nuestras, donde jugábamos al escondite, al rescate, el pañuelo… mostrarlos como un lugar en el que absolutamente todo puede suceder, desde una historia romántica, a otra cómica, de intriga… Todos al escenario, todos a Azaría.
Recordad que podéis descargaros el primer capítulo y leerlo con toda calma ahora que estaréis de vacaciones (os envidio). Espero vuestros comentarios. Si tenéis el libro os agradecería que me enviaseis alguna foto.
P.D. Todas las imágenes de esta entrada son de Zafra y han sido extraídas del blog el corro de los grillos (tienen imágenes geniales). Creo que merece la pena conocer Zafra. Sus plazas y calles os entusiasmarán.
